Argentina: un año sin turismo

Según datos de la Cámara Argentina de Turismo, uno de cada cinco trabajadores perdió el empleo durante el 2020 lo que representa 202 mil empleos hoteleros y gastronómicos, sin embargo, el impacto es mayor y se extendió a través de toda la cadena de valor de la industria con efectos sociales muy graves en todo el país.

De manera que creemos oportuno hacer un ejercicio de reflexión retrospectiva para identificar los efectos emocionales y las respuestas adaptativas que permitieron afrontar la coyuntura del año que vivimos sin turismo.

¿Cómo nos adaptamos a ese momento?

Es la pregunta que despertó nuestra curiosidad, está formulada de manera amplia para captar los matices y
subjetividades regionales y sectoriales. Las respuestas las obtuvimos a través de conversaciones informales con personas de distintas provincias, de diferentes sectores (hotelero, gastronómico, actividades, empresas de viajes y turismo) con diferentes puestos de responsabilidad, pequeños empresarios y empleados, gerentes que compartieron generosamente sus opiniones y sentimientos acerca del impacto de la pandemia, y como lograron adaptarse.

El propósito de tal reflexión es ofrecer un registro preliminar de la coyuntura que aún transitamos y está muy fresca en la memoria individual y colectiva. Es un trabajo exploratorio que se desarrolla en un escenario volátil donde la capacidad de adaptación y anticipación serán atributos claves para las personas y las organizaciones.

“Vivir sin turismo es vivir sin trabajo, sin recursos y sin ocupación” es una definición contundente que recibimos, representativa de un sentimiento generalizado de pérdida. La frase explicita la gravedad del momento que se vive
en el sector. En las conversaciones, las palabras que describen el estado emocional se agrupan en torno a; incertidumbre, miedo, tristeza, enojo, son recurrentes.

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La incertidumbre afectó la necesidad que tenemos de formular planes, de anticipar, de crear futuro. Para Daniel Gilbert (2006) esa capacidad es distintiva de la especie humana. Necesitamos previsibilidad para diseñar objetivos, imaginar estrategias y presupuestos para emprender. Pero también precisamos previsibilidad en lo inmediato, lo cotidiano, que impacta en las necesidades más urgentes fisiológicas, de seguridad, sociales.

La incertidumbre posterga acciones, paraliza decisiones. Las restricciones a la movilidad, la dificultad para establecer la duración de la pandemia, precisar con algún grado de precisión el reinicio de la actividad, los problemas de empleo. La conciencia de vulnerabilidad ante eventos inesperados, Gripe A (H1N1), SARS, Gripe Aviar, cambio climático son recurrentes y generan impactos globales y afectan especialmente al sector, el resultado es la percepción compartida de pérdida de calidad de vida y trae además una fuerte carga de emotividad negativa.

Queremos detenernos brevemente en la descripción de las emociones dominantes en este periodo; miedo, tristeza, enojo, porque son ellas quienes activan el repertorio de respuestas adaptativas, hay un vínculo entre la incertidumbre las emociones y las respuestas.

“El miedo se dispara ante la percepción de una amenaza inminente de daño, sea físico o mental. Compromete al bienestar. Las conductas asociadas al miedo son, parálisis, que es provocada por el miedo tóxico. La prudencia es un
comportamiento que permite la reflexión, la deliberación. El miedo, tiene en ocasiones un costado positivo, genera oportunidades, permite desarrollar aprendizajes y esfuerzos de afrontamiento, para sortear las dificultades con
nuevas habilidades que pasan a engrosar nuestro repertorio de respuestas conductuales” López Rosetti, D. (2017:69).

Tristeza es otra emoción que se menciona frecuentemente en las conversaciones, “a menudo tiene que ver con un modo ineficiente de pensar que se atasca alrededor de un número limitado de ideas de perdida”. Damasio (2014:103). Las restricciones a la movilidad, el deterioro de la calidad de vida, de desconexión de vínculos sociales, familiares, laborales, generan esa sensación de pérdida.

Prepararnos para afrontarlas, es la función evolutiva de la tristeza. Pero también para recuperar energías y afrontar un nuevo comienzo. Sus conductas más frecuentes son; perdida de entusiasmo por las actividades cotidianas y aislamiento que a su vez se potenció con aislamiento social que se dispuso como estrategia para combatir la pandemia. Afirma Daniel Goleman (2019) “este aislamiento introspectivo crea la oportunidad de llorar por una pérdida
o una esperanza frustrada, de comprender las consecuencias que tendrá en la vida de cada uno”

El enojo es otro estado emocional que se manifiesta en las conversaciones, hay enojo con las circunstancias actuales causantes del daño, pero también con la falta de empatía de quienes deberían contribuir a mitigarlo. Malhumor, indignación, irritación, son algunos de los sentimientos que acompañan a esta emoción que a diferencia de la emoción anterior supone un aumento en la intensidad de la energía y en ocasiones manifiesta acciones vigorosas. La incertidumbre y el enojo están vinculados en cuanto el primero interfiere en nuestros planes, impide o hace
difícil aquello que queremos. En la evolución el enojo, cumple una función vital, aliviar el miedo y preparar respuestas de defensa, de adaptación.

Las respuestas adaptativas

Según la OMT en 2019 se alcanzó la cifra de 1,4 billones de arribos de turistas internacionales luego de 9 años consecutivos de crecimiento, y de manera inesperada el turismo se vio obligado a detenerse en una secuencia que recuerda al efecto dominó; transporte, alojamiento, gastronomía, industrias que se “desconectan” de manera global y secuencial provocando una crisis económica y social. Inicialmente se percibió esto como una medida transitoria de política sanitaria, pero a medida que se fue prolongando, expuso también la dimensión emocional del problema.

La emotividad negativa se compone de un conjunto muy amplio y diverso de sentimientos que se describieron en las conversaciones; desaliento, decepción, angustia, lamento, cansancio, pesar, falta de energía, son algunos de ellos, tienen rasgos de universalidad, están presentes en todas las culturas y hay registros de ellas a través de todos los tiempos. Por eso hallamos a pesar de los matices, regularidades en las descripciones que recibimos y en las respuestas que nos refieren ; lamentar la situación, protestar, preocuparse, dudar, discutir, insultar. Sin
embargo, una vez agotadas estas instancias se manifiestan otras respuestas adaptativas que, en lugar de intentar cambiar las condiciones del entorno que genera la pandemia, se concentran en modificar la relación con ese entorno.

Reinvención y resiliencia subyacen a las historias que recogimos, y permiten adjudicar las experiencias relatadas a estos conceptos generales. Ambas favorecen un cambio de clima emocional de la emotividad negativa o formas más
esperanzadoras, propias de la emoción positiva.

El término reinventarse, agrupa comportamientos que describen acciones que llevan a cabo las personas, surgen de la necesidad de superar amenazas. Reinventarse supone, por ejemplo, ingresar a un nuevo negocio no como
resultado de un proceso de planificación, sino como respuesta a las condiciones del entorno y la necesidad de adecuarse al nuevo escenario con rapidez y creatividad, ambos son sus atributos destacados.

También, es adecuar el producto a las nuevas condiciones o diseñar un nuevo producto. Identificar oportunidades para desarrollar nuevos segmentos, ofrecer productos nuevos a los segmentos actuales, hacer uso intensivo de la tecnología, son algunas de las manifestaciones recibidas, la lista es extensa.

Por ejemplo, empresas que transportaban turistas ahora lo hacen con “esenciales”. Empresas de transporte de larga distancia ofrecen ahora servicio de gastronomía, luego de reconfigurar la cocina que proveía el catering. Algunos
hoteles se convierten en lugares para cursar la cuarentena. Take away fue una estrategia recurrente en la gastronomía.

Al perder el empleo, algunas personas retoman proyectos postergados en los que se pone en juego la experticia o el interés propio como motor de la idea de negocio, estas son algunas de las diferentes conductas referidas.

Reinventarse conduce de la parálisis del miedo a la percepción de oportunidades, luego a la acción deliberada, a la emoción positiva, alegría, regocijo, orgullo. Reinventarse es empoderarse y parece ser una habilidad a la que habremos de recurrir cada vez con más frecuencia.

La resiliencia, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es, la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. El término describe no sólo la actitud para enfrentar la adversidad, sino también el resultado, salir fortalecido de ella es su aspecto característico.

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Reconstruye, reorganiza capacidades, habilidades, se concentra en la necesidad de mejorar, fortalecer el negocio y la gestión de cara al futuro. Las manifestaciones mencionan aspectos clave como el apoyo y la contención familiar, sobre todo en este tipo de empresas. “Mirar abrazados el huracán”, es una imagen apropiada que apareció en una conversación, destaca el fortalecimiento de vínculos, la empatía, las habilidades blandas como aspectos clave.

Alinear equipos de trabajo a los nuevos objetivos, y estrategias que impuso el contexto de pandemia. Otros hallaron en este tiempo la oportunidad para la capacitación personal (grupal) con el propósito de mejorar el servicio ofrecido. La búsqueda de alternativas creativas para cuando se reinicie la actividad.

Entre las manifestaciones comunes está la conciencia del tiempo y la necesidad de emplearlo en un sentido regenerador ya sea de la vida personal y del desarrollo organizacional.

Conclusiones

Inesperado, inadvertido, brusco, simultáneo, global, recurrente, desconcertante son expresiones que se utilizaron para caracterizar este proceso de cambio, no buscado, que activan estados emocionales específicos y configuran un repertorio extenso de respuestas adaptativas. Formular diagnósticos es la reacción instintiva de adecuación al cambio, sin embargo, esta actividad de interpretación del contexto no será la misma, según sea la información disponible y la emoción dominante en ese momento. La incertidumbre contamina el proceso, más aún si se extiende en el tiempo e incluye múltiples variables, que afectan significativamente la capacidad de anticipar y tiene impacto en la vida cotidiana.

La persistencia del cambio, su efecto simultáneo y global presenta un desafío concreto, la capacidad de aprender, de adquirir conocimientos a partir de la experiencia o la formación. El futuro trae la necesidad de hallar respuestas
adaptativas, de anticipación, reinventarnos, ser resilientes y empáticos, requieren el desarrollo de esas habilidades.

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Aldo Maciel

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