Aldo Maciel
¡Sorpréndeme! Esta expresión señala un desafío, una petición que los clientes hacemos a las empresas. ¡Sorpréndeme! reclama el ofrecimiento de aquello que no anticipamos, del suceso inesperado, gratificante, memorable. Recoge la percepción de que los productos se parecen entre si cada vez más y reclama diferenciación. El artículo se sitúa en un escenario en el que hay una demanda creciente de sorpresa,
una emoción, breve, intensa que provoca asombro, perplejidad, produce un estado de confusión momentánea y la intensidad del momento se aloja en la memoria, por eso las buscamos, porque generan recuerdos, porque nos conducen a otras emociones, porque impactan en el cuerpo y la mente. Reflexionar al respecto es oportuno porque la sorpresa tiene efectos en el comportamiento de los clientes y consecuencias organizacionales, permite se manifiesten otras emociones; sorpresa-alegría, sorpresa-ira, sorpresa-tristeza, sorpresa-asco, sorpresa-miedo, variaciones emocionales con las que valoramos las experiencias turísticas.
¿Cómo me sentiría sí?
Al pensar en la experiencia turística anticipamos acontecimientos placenteros, gratificantes, que representamos de manera vivida en la mente. Así, la ocurrencia del suceso anticipado determina el valor subjetivo que asignamos a la experiencia. ¿Cómo me sentiría sí? Es una pregunta que recoge los elementos que definen a la sorpresa; lo anticipado y lo sucedido, los vincula en una relación que produce un resultado emocional concreto. Responder al interrogante propone un ejercicio que va más allá de la reflexión personal. Satisfecho, sorprendido, indiferente, indican
resultados emocionales y físicos que ocurren en el contexto real de la experiencia. Esta información valiosa se genera a diario, a cada momento. Cada vez que sucede una experiencia de intercambio tiene para nosotros un valor emocional, el resultado lo compartimos en las reseñas que publicamos, en las recomendaciones que
hacemos. Las emociones y los estados que se describen allí, pasan a otras personas, se contagian, tienen consecuencia en el valor de la marca, pero sobre todo crea la oportunidad para sorprender.
Tabla 1. Gestión de la sorpresa
Sucedió | No sucedió | |
Anticipado | Satisfecho | Sorprendido |
No anticipado | Sorprendido | Indiferente |
Fuente: Elaboración propia
Satisfacción
¿Cómo me sentiría sí? lo anticipado sucedió y se cumple plenamente el carácter gratificante de la experiencia. Satisfecho, es el estado emocional que describe el valor que damos a la correspondencia entre predicción y acontecimiento. Sin embargo, este escenario admite una variación que parte de la misma emoción, alegría, pero genera otro estado. Excelente, describe cuando lo que anticipamos ha
sido superado gratamente por los hechos. La distinción entre ambos es el nivel de intensidad, el entusiasmo con la que se expresa la conducta resultante en ambos casos produce, bienestar, gratitud, afecto, genera fidelidad. De hecho, la satisfacción es una de las aspiraciones organizacionales básicas, satisfacer a sus clientes es el fundamento económico y social de la empresa y este aspecto es ampliamente desarrollado por la bibliografía de Marketing, de la Gestión de la Calidad, entre otras. La satisfacción es la utilidad esperada, el motivador de la experiencia y un capital de la empresa.
Indiferencia
Si ante la pregunta; ¿cómo me sentiría sí? La respuesta es; “me da lo mismo”, estamos frente a la expresión de indiferencia. En este estado no realizamos predicción alguna, no anticipamos ni valoramos la ocurrencia de un suceso en particular y hay desinterés por el resultado de esa comparación. La indiferencia indica falta de preferencia, esto pone de manifiesto las limitaciones que en ocasiones tenemos para anticipar el desempeño de ciertos atributos que, aunque forman parte de la experiencia de intercambio no percibimos en ellos capacidad para proporcionar gratificaciones, ni generar diferenciación, son irrelevantes, “me da lo mismo”. Un aspecto importante es que la indiferencia es “silenciosa”, a diferencia de otros estados que se expresan de modo explícito. Es difícil reconocer sus manifestaciones en las reseñas ya que rara vez se expresan como tal, permanecen ocultas. La indiferencia supone un riesgo alto, una amenaza que aleja la experiencia de la satisfacción y la sorpresa.
Sorpresa
La experiencia turística está precedida por un cumulo de predicciones, sucesos gratificantes que afectan a múltiples aspectos del intercambio, es así que la industria del turismo se fundamenta en el cumplimiento de esas predicciones. Por eso acudimos otra vez al interrogante ¿Cómo me sentiría sí? para explorar otros escenarios, que causan sorpresa. En ambos casos los resultados son diferentes, podemos sentirnos profundamente disgustados o gratamente sorprendidos, ambos estados nos interesan porque dan lugar a que se manifiesten otras emociones y tienen consecuencias que interesan a las organizaciones.
Tabla 2. Sorpresa
No sucedió | |
Anticipado | Sorprendido otra emoción |
Fuente: Elaboración propia
La tabla 2 describe el escenario inesperado, que se manifiesta porque el hecho placentero que anticipamos no sucede, en consecuencia, se reduce el valor percibido de la experiencia, provoca miedo, ira, malestar, tristeza, decepción, pesar, desagrado y activa comportamientos específicos alineados con esa emoción,
reclamos, protestas, demandas y en casos extremos, violencia. Puede que lo inesperado se deba a un suceso excepcional, fortuito, que al ser corregido
reestablece de manera inmediata la correspondencia y evita que las emociones negativas escalen. Puede suceder también que el hecho causante sea recurrente, se manifiestan una y otra vez, por lo tanto, es recomendable revisar profundamente los procesos, y la comunicación que provocan errores en las predicciones.
Tabla 3. Sorpresa
Sucedió | |
No anticipado | Sorprendido otra emoción |
Fuente: Elaboración propia
La tabla 3 describe un escenario distinto al anterior, aquí la sorpresa se atribuye a lo impensado, aquello que no anticipamos, “ni siquiera lo había pensado” pero que sucedió de todos modos y el suceso es gratificante, el resultado sorprendente. La experiencia tiene valoración emocional positiva, se manifiestan; alegría, felicidad alivio, gratitud, entusiasmo, jubilo, bienestar. Todas ellas conforman el beneficio de la experiencia turística, y el valor esperado del intercambio. La conducta también es alcanzada por esta emoción que refleja lealtad en la preferencia. La sorpresa tiene otro efecto importante, lo impensado y lo infrecuente al margen de la valoración emocional que asignemos a los estados, se alojan en la memoria, tiene la capacidad de crear recuerdos, algo que merece atención porque impacta en nuestras decisiones y elecciones.
Conclusiones
Comenzamos el artículo con un imperativo ¡Sorpréndeme! que expresa la demanda de sorpresa, emociones, recuerdos. Si bien la sorpresa tiene un efecto transitorio, más bien breve, sus efectos son duraderos en la memoria y se manifiestan a la hora de configurar nuestras preferencias y de asignarles valor emocional. Apelamos a la pregunta; ¿cómo me sentiría sí? Para reconocernos; satisfechos, indiferentes o sorprendidos, cada uno de ellos tiene efectos impactan en el desempeño de la organización. La gestión de la sorpresa es la gestión de lo imprevisto, lo impensado. Un proceso que identifica los escenarios en que se produce, reconoce y valora las respuestas emocionales, genera acciones sobre sus causas, y en esas secuencia, mejorar nuestra interpretación, aun imperfecta de la sorpresa y sus consecuencias emocionales y organizacionales.
Una respuesta
Haciendo alusión a la valoración, me parece una excelente reflexión!
Nos hace volver a las raíces de la decisión de compra, en cada una de sus etapas, las emociones!!
Gracias Aldo!!
Siempre es un placer leerte.