Argentina-Brasil: La venganza não tem fim y el turismo se convierte en territorio de disputa

Si de aludir a definiciones cual diccionario se trata, podríamos tomar la concepción del término venganza como el ‘desquite’ contra una persona o grupo en respuesta a lo que se consideraría como una mala acción percibida. Este es en parte el motivo o la justificación que lleva a Brasil a actuar, pareciera, desde la impulsividad y la necesidad de castigo. ¿El motivo? En principio, decisiones políticas y disconformidad frente a medidas económicas que ha impuesto Argentina a todo aquel ciudadano que quiera viajar al exterior.

En las últimas semanas, y con la promesa de un escenario de reactivación para el turismo en la región ya más cercana a partir del levantamiento de fronteras de países vecinos y la eliminación de ciertos requisitos para viajeros extranjeros, las autoridades brasileñas han puesto el grito en el cielo contra las medidas que el Gobierno argentino ha dispuesto a sus habitantes para todo lo que respecte a viajes internacionales. En especial, Gilson Machado Neto, ministro de Turismo de Brasil, ha reclamado la eliminación del impuesto del 30% que se aplica a los consumos en dólares en el extranjero.

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Gilson Machado Neto, actual ministro de Turismo en Brasil, propone cobrar un impuesto del 30% a brasileños que viajen a Argentina en “venganza” al impuesto que Argentina rige sobre los viajes al exterior.

El motivo es ni más ni menos que la afectación de los intereses económicos de los países involucrados: por su parte, las playas de Brasil eran uno de los destinos más elegidos por los argentinos antes de las restricciones a los viajes al exterior. Ahora, el territorio carioca tiene un doble desafío: incentivar la recuperación económica de la actividad tras el duro impacto que la ausencia de la misma a causa del Covid-19 ha generado y procurar la continuidad como uno de los mejores destinos de vacaciones en Sudamérica. Sin dudas, sumado a la polémica gestión de la crisis sanitaria en manos de las autoridades brasileñas, esto último parece haber tenido consecuencias dramáticas para el sector.

Siguiendo con el simbolismo y contextualización, algunas acepciones asumen que el acto de vengarse se interpreta como “equilibrar la balanza“, y ello tiene como consecuencia que muchos aspectos de la venganza se inclinen hacia un paralelismo con el concepto de justicia. Sin embargo, también es cierto que, en muchos casos, la venganza persigue un objetivo injurioso antes que reparador. Y en ese sentido, Brasil estaría buscando “devolver la jugada” a quien pareciera querer convertir en su principal enemigo, adentro o afuera de una cancha y con pelota de por medio.

Ante la imposibilidad de obtener una respuesta por parte de las autoridades argentinas sobre el tema, el ministro de Turismo de Brasil ha deslizado la amenaza de que podría cobrarles un impuesto del 30% a los brasileños que viajen a la Argentina. Así, inclinaría la elección de sus habitantes hacia otros países y perjudicaría de manera directa a ciertos destinos argentinos que también se benefician en demasía de la presencia de turistas brasileños, como ser los destinos de nieve en la Patagonia.

“Estamos estudiando también cobrarle a los brasileños que van para Argentina ese 30%. Quien se va a beneficiar va a ser Chile, Paraguay, Uruguay. Entonces que revise esa posición de cobrarle al ciudadano argentino el 30% de los gastos de la tarjeta de crédito en los pasajes para venir a Brasil”

Machado Neto, en entrevista con La Derecha Diario, en la Convención de Acción Conservadora (CPAC)

Cabe destacar que el tributo marcado por Argentina es a la compra de moneda extranjera, sin importar de si el ciudadano viaja al exterior o no, y sin importar en este último caso a qué país vaya. De todas formas, Machado Neto no tarda en asumir dicha sanción como personal: “Busquen al presidente de Argentina y pídanle que elimine el impuesto del 30% que le cobra al argentino que quiere viajar al exterior. Eso no es democrático, imponer el 30% a ciudadanos para ir a otros países, principalmente a países del Mercosur“.

Aunque pueda parecer poco significativo en relación con lo mencionado anteriormente, lo acontecido el pasado domingo 5 de septiembre durante el inicio del clásico Argentina-Brasil en el estadio Neo Química de San Pablo en el marco de la clasificación para la Copa Mundial de Qatar 2022 resulta un mensaje sumamente contundente a lo que protocolos, permisos y/o prohibiciones respecta. No solo parecieran ser medidas impuestas en función de cuidados sanitarios para evitar consecuencias en el marco de la pandemia, sino que podría interpretarse como un claro ejemplo de “sanción” a todo el conflicto político que existe detrás de los colores de ambas camisetas.

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El clásico Argentina-Brasil en San Pablo en el marco de la clasificación para la Copa Mundial de Qatar 2022 fue suspendido en plena transmisión en vivo y con los jugadores ya alistados para empezar a jugar.

De pronto, comunicados de prensa de la Confederación Brasileña de Fútbol y declaraciones de funcionarios de la Agencia Nacional de Vigilancia de la Sanidad (Anvisa) expresan la responsabilidad de lo sucedido a Argentina, siendo que los tres futbolistas argentinos de la Liga Premier involucrados en la supuesta ‘irresponsabilidad’ se encontraban desde hacía ya varios días entrenando en territorio brasileño y tal parece ser no habían sido advertidos de la necesidad de cumplir una cuarentena.

Según ha trascendido, el entorno del presidente Jair Bolsonaro celebró la medida de la autoridad sanitaria de “hacer cumplir” la ley brasileña e interrumpir el partido para deportar a los implicados. Resulta esto bastante irónico siendo un país que desde el primer momento subestimó y sigue subestimando los verdaderos efectos y riesgos de la pandemia, con constantes provocaciones al mundo sobre el no cumplimiento de una cuarentena y de los correspondientes distanciamientos sociales, aforos reducidos y disminución en la circulación de personas.

Resulta, sin más, bastante irónico tratándose que no hace muchos meses se disputó allí la Copa América 2021 sin tanta imposición de restricciones ni cumplimientos estrictos. Pero claro, para ese entonces, el equipo campeón fue ni más ni menos que Argentina, en casa de su máximo contrincante sudamericano. Dos cosas son seguras: por un lado Bolsonaro y equipo pareciera que subestimarán o exagerarán el Covid-19 según les convenga; y, por otro, la venganza entre ambos países não tem fim.

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