En los últimos 3 meses creadores de contenidos de todas las plataformas llegan a la ciudad norteamericana para exponer un grave problema social: el fentanilo.
Cientos de consumidores de drogas recorren desorientados las calles de Filadelfia, EE. UU., en un estado deplorable debido a los estupefacientes, situación alarmante que ha llevado a la Casa Blanca impulsar un plan para afrontar la epidemia y reducir el número de muertes por sobredosis.
“La Droga Zombie”, “Ciudad de Zombies”, “Así es la ciudad Zombie de EEUU”, son los títulos que los youtubers eligen para sus videos.
Herramientas de medición de palabras claves muestran que “Philadelphia / Zombie” es una búsqueda muy requerida y con una alta competencia, es decir, se ha puesto de moda subir videos con esta temática.
¿Por qué? Hay demanda, y siempre habrá oferta.
Las secuencias y relatos son casi siempre iguales: copias de jóvenes que se “aventuran” con cámaras escondidas a mostrar una triste realidad y miseria; en algunos casos incluso arriesgando su vida (o aparentando que lo hacen).
El fin de esto: lograr el clickbait deseado y posicionar rápidamente en el feed de inicio de la red social. A toda costa.
Mirar para un costado
Al momento no hay un estudio o reporte que muestre si el boom de la exposición mediática sobre el fentanilo ha atraído curiosos visitantes a Kensington, el barrio más afectado por esta problemática. Tampoco figuran en internet tours o paseos que lleven a turistas a ver esta realidad (hasta el momento).Y si bien este planteo parece absurdo, tiene similitud con una tipología de turismo de pobreza.
Esta modalidad consiste en llevar a los turistas a observar sitios donde la gente vive en la pobreza. Esta clase de turismo es muy popular en la India, Etiopía, Kenia, Namibia, Sudáfrica e incluso en favelas o barrios carenciados en latinoamérica. El turismo pobrista ha sido criticado como una forma de voyeurismo y de explotación de aquellos que viven en la miseria, a los cuales se les toman fotografías pero no se les deja nada a cambio.
En este caso es grabarlos para subirlo a youtube y hacer dinero con ello.
Tratar la pobreza o las enfermedades como si fuese un museo o un entretenimiento, que se mira pero no se toca, genera un obligado debate moral.
Experimentar la miseria desde dentro, pero sin intervenir en ella, en el caso de los clientes, o haciendo negocio de ella, (en lo que respecta a las agencias) no debiera dejar lugar a la imparcialidad.
La principal motivación de los creadores de contenidos en estos videos, no es generar conciencia como muchos de ellos aseguran, tampoco reportes informativos que ayuden a visibilizar el problema. Es llanamente la búsqueda del morbo con fines comerciales: vistas en Youtube.
La línea moral a cargo de la red social (y sus interventores) es dudosa, pero debiera revisarse. Así como Youtube censura miles de contenidos (muchas veces de forma positiva y otras de manera dudosa en el criterio), acá hay algo social complejo que queda expuesto y al menos debemos ponerlo sobre la mesa.
