Una iniciativa llena de contrastes entre quienes se inclinan a favor y quienes consideran una medida detractora para el turismo internacional: Nueva Zelanda planea aumentar a partir de octubre el costo de ingreso al país para turistas internacionales. Se trata de una medida impulsada por el gobierno que triplicará la tarifa cobrada a los turistas extranjeros de US $35 a US $100 desde principios de octubre.
El impuesto internacional para la conservación y el turismo de visitantes (IVL) fue introducido por el gobierno laborista en 2019 y tiene una razón de ser lo suficientemente responsable para con el cuidado del territorio en cuestión: los fondos recaudados bajo este concepto son destinados al mantenimiento de los servicios públicos y los sitios turísticos que luego son disfrutados por una gran cantidad de visitantes.
Desde la implementación del mismo, el Partido Nacional ha manifestado su oposición al impuesto considerándolo “un impuesto más”. No obstante, de un tiempo a esta parte ha aceptado la idea y el ministro de Turismo, Matt Doocey, ha expresado recientemente que los turistas deberían “contribuir más a Nueva Zelanda”.
De acuerdo con palabras del ministro de Turismo, Matt Doocey, una tarifa más alta garantizaría que los visitantes aporten su granito de arena para el mantenimiento de los servicios públicos y de proyectos de conservación de alto valor.
Si bien la noticia fue dada a conocer por las autoridades gubernamentales de Nueva Zelanda, por su parte la Industria Turística de Aotearoa (TIA) ha expresado estar en desacuerdo con la medida, calificando la tarifa como “un instrumento contundente” y advirtiendo que un aumento a 100 dólares crearía “una barrera significativa”.
Por su parte, Doocey ha refutado que sería poco probable que el aumento de la tarifa disuadiera a muchas personas de venir a Nueva Zelanda, y señaló que 100 dólares generalmente representarían menos del 3 por ciento de su gasto total durante la estancia en el país.
La Industria Turística de Aotearoa (TIA) emitió su propia declaración la semana pasada en previsión de este anuncio: la directora ejecutiva, Rebecca Ingram, dijo que su análisis sugería que un IVL de 100 dólares podría ahuyentar a unos 48.000 visitantes cada año, junto con un gasto de hasta 273 millones de dólares. “Estamos especialmente preocupados por el efecto acumulativo de estas tarifas, que creemos que tendrán un impacto material en el número de visitantes, una fuerza laboral vital y las contribuciones económicas que aportan”, expresaron a través de un comunicado.