El trabajo remoto es definido como cualquier tipo de trabajo que se lleva a cabo desde una ubicación no centralizada. Así, podríamos hablar de trabajo remoto desde el hogar, del trabajo en línea durante la semana, o de trabajar fuera en una oficina ‘satélite’.
Seguramente muchas veces te preguntaste cómo generaba ingresos una persona que continuamente se mostraba viajando o en constantes actividades en las que nunca (nunca, pero nunca) aparecía un contexto de oficina o de espacio de trabajo formal. El trabajo remoto es la respuesta. Y es que, si sólo se trata de la necesidad a una conexión WiFi confiable, el trabajador remoto podrá trabajar de manera remota y virtual en cualquier lugar: desde la comodidad de su propio hogar, en una cafetería, un aeropuerto, hasta en modernos espacios de coworking que se han convertido en tendencia.
Conforme avanza el mundillo de la tecnología y la aparición de nuevas herramientas que llegan para sofisticar la manera en la que nos conectamos, aún sin necesidad de compartir codo con codo en escritorios contiguos, muchas profesiones han encontrado un lugar para la transformación y han mutado sin necesidad de ocupar un lugar fijo en la planta de una empresa o ambiciosa compañía.
De hecho, aunque hoy en día para algunos parezca algo casi imposible de lograr, cabe destacar que así vivimos también la transformación de la educación. Formo parte de las generaciones que atravesaron la formación inicial sin tener la necesidad de buscar material educativo ni información disponiéndose a visitar tradicionales bibliotecas. Me bastaba sólo con instalar Microsoft Encarta, la enciclopedia multimedia digital publicada por Microsoft Corporation entre 1993 y 2009. Luego, la salvación en manos de la infinidad de contenidos disponibles en línea.
Mi paso por la universidad no fue muy distinto. Al contrario, estuvo colmado de herramientas: libros y materiales de estudio en PDF, y plataformas de trabajo colaborativo como Google Drive. Este último modificó la forma en la que estudiamos y resolvemos los desafíos académicos propuestos para compartir con otros estudiantes. Ya casi no resultan prescindibles las reuniones de grupo, la pseudo convivencia entre compañeros para preparar y estudiar materias, y se acabaron las horas interminables para abarcar proyectos o informes. Ahora, existen las videollamadas por Skype, la división de tareas y el cumplimiento de cada uno por su parte, gracias a la consecuente ‘supervisión’ o control de lo realizado entre todos mediante documentos en línea.
Trasladando ese plano, lo mismo ocurre en el mundo laboral. No obstante, muchos parecen empezar a tocar el tema y catalogarlo como una ‘consecuencia negativa’ debido a la necesidad de aislarse y frenar las actividades rutinarias por miedo a la propagación del COVID-19.
En estos momentos, hay quienes se embarcarán en el mundo del trabajo remoto o también llamado ‘home office‘ como medida de salud. Pero, como bien expresa el redactor jefe en Expansión, Tino Fernández, el teletrabajo no corresponde a un escenario nuevo o ’emergente’ a partir de ahora y en consecuencia de un contexto como lo es el auge de una pandemia : “De hecho, se trata de una solución que se ensaya desde hace años, pero que apenas se ha consolidado en las empresas. La culpa la tiene la evidencia de que demasiadas organizaciones desconfían de las posibilidades de teletrabajar, de la flexibilidad y de las oportunidades de ascender que tienen aquellos que se acogen a esta fórmula.
En muchas organizaciones rara vez se promociona quien teletrabaja, porque la cultura del estar y no la del hacer recompensa sobre todo a quienes se quedan en la oficina más allá de su horario normal. El presentismo imperante no valora demasiado la productividad ni los resultados.
Tino Fernández
El compromiso, la responsabilidad y la disciplina empiezan por casa
Según definen, el trabajo remoto tiene tres componentes esenciales para que funcione. El primero, que estemos comprometidos a cumplir nuestras tareas. El segundo, que nos hagamos responsables del trabajo que presentamos. El tercero, la disciplina que se necesita para trabajar sin supervisión constante.
Un estudio de la Harvard Business Review resalta que algunas compañías experimentaron un crecimiento en su productividad de 13.5% después de haber permitido el trabajo remoto.
Además, esa productividad individual y autónoma se traduce a partir de la incorporación de nuevas skills como lo es la gestión del tiempo. Desde la propia experiencia, esto es: si tengo una jornada de 8 horas para resolver una tarea, posiblemente me tome ese tiempo considerando que, terminando antes o después, de igual manera tendré que quedarme ocupando mi puesto hasta que finalice el día. De manera contraria, deberé tomar la responsabilidad en cuanto a cómo quiero usar mi tiempo: si mi objetivo es resolver esa misma tarea de manera rápida y eficiente para dar lugar a dedicarme a hacer otra cosa, pondré todo mi esfuerzo y atención a cumplir en un plazo más corto.
De la misma manera también cada trabajador deberá aprender a separar los aspectos de trabajo de los de su vida y el día a día. Estamos acostumbrados a identificar nuestro trabajo o profesión con un lugar fijo: la oficina, la fábrica, el estudio de X disciplina. En efecto, me ocupo del trabajo cuando estoy dentro de ese espacio, y dejo de pensar en él cuando cruzo la puerta de salida hacia la calle.
Ante esto, elegir un trabajo remoto, nos conllevará un desafío implícito que es el de saber limitar el tiempo y espacio que dedico al logro de mis metas laborales. Para ello, otra habilidad a adquirir es la de marcar objetivos, identificar cuáles son los resultados que quiero obtener.
Por otra parte, hacernos amigos de herramientas de trabajo colaborativo. Eso nos llevará a poder manifestar cuáles son las metas a corto plazo y a largo plazo: Slack, Asana, Trello, Drive, son creaciones que permiten trabajar en tiempo real y colaborar con otras personas en los documentos al mismo tiempo.
El trabajo remoto es la oportunidad a reinventar las estructuras mentales y sobre todo a hacer mucha auto-docencia sobre la importancia del orden, los procesos y responsabilidades.
Experimentar el trabajo remoto tiene que ser algo que vaya más allá de una cuestión de prevención de salud. Si consideramos a una pandemia como la epidemia que se extiende en distintos países y continentes, con un fácil traslado desde un sector geográfico a otro, podríamos concebir al trabajo remoto como tal. Aunque será un desafío quitarle el peso como una calificación negativa.
Considero que se trata, ni más ni menos, que de la posibilidad de que cada uno como individuo responda de manera más amena, organizada y efectiva, algo que empieza en el plano laboral pero que luego se traducirá a todos los ámbitos de la vida.